¿Quién dijo que la educación termina con el título? Los docentes deben formarse permanentemente para mejorar sus capacidades pedagógicas, los médicos para profundizar su especialización y entender los nuevos hallazgos de la ciencia y los académicos nunca dejan de estudiar y dedican varias horas al día a la lectura mientras dictan clases y escriben sus papers.
No es muy distinto lo que sucede en el resto de las profesiones. Mucho menos en el competitivo mundo de las organizaciones, donde una formación continua ayuda a que estemos siempre actualizados sumando habilidades, desarrollando nuestro potencial y aprendiendo cosas nuevas y útiles que podremos aplicar en diversos escenarios de nuestra vida profesional.
¿Qué habilidades podremos adquirir? Acá van algunas sugerencias:
El mundo se volvió nerd. Ya no hay dudas. El antes considerado “nerd” es hoy la figurita difícil de los principales reclutadores, aquí y en la china. Tendencias tech como analytics, big data, internet de la cosas (IoT) y social media, por nombrar solo algunas, empujan una demanda crecientemente insatisfecha de perfiles con skills vinculados a la tecnología. Aunque parezca que nuestras tareas o nuestro sector están completamente alejados de estas tendencias, la realidad muestra que la tecnología avanza sin pausa cruzando transversalmente todas las áreas y los procesos de las empresas. En este contexto, nunca está de más obtener habilidades para dominar las nuevas tecnologías, o por lo menos entenderlas.
Conocer la industria. Asistir a seminarios, conferencias y eventos de networking requiere tiempo y dedicación, un recurso que suele ser escaso en la vorágine del día a día, sin embargo, tiene numerosos beneficios. Nos permite profundizar nuestro conocimiento sobre la industria o el sector en el que nos toca movernos, sobre sus actores y sus issues y a la vez nuestras redes de contacto se amplían con nuevas relaciones. La mirada hacia el exterior nos saca del microclima y nos permite tener una visión más macro de nuestro trabajo. En la misma línea, el simple hecho de tomarse la costumbre de leer periódicamente las noticias relacionadas al contexto de la industria, saber en qué andan nuestros competidores, es un plus de conocimiento que enriquece siempre nuestro aporte en la gestión.
Retórica, ¿para qué? La comunicación a través de las redes sociales podrá ser cada vez más popular, pero el poder de la palabra, la capacidad de persuasión, las inflexiones que utilizamos cuando hablamos y hasta los gestos físicos que realizamos, siempre tendrán una preponderancia enorme en las relaciones interpersonales. A la hora de pedir un aumento o al momento de conducir una reunión pondremos nuestras capacidades de negociación y persuasión en escena. Utilizando técnicas tan diversas como role playing, ejercicios de respiración, control de la voz, teatro y role-playing, los cursos de oratoria, presentaciones efectivas, desarrollo de habilidades de comunicación, negociación y otros tantos dirigidos al mundo del trabajo, son opciones válidas para explorar y mejorar nuestras habilidades.
Nuevos hobbies. Aun cuando estemos lejos del mundo artístico, acercarnos a la música, las artes plásticas o la escritura puede ayudarnos mucho en el trabajo. ¿Cómo? Lutz Jäncke, psicólogo de la Universidad de Zurich, sostiene que aprender a tocar un instrumento musical aporta beneficios para el cerebro, ayudando a incrementar nuestro coeficiente intelectual en hasta siete puntos. Además, nos prepara mejor para aprender nuevos idiomas, mejora nuestra memoria y nuestro desempeño cognitivo. Y cuando hablamos de hobbies, ¿por qué no hablar de una clase de cocina, un taller de expresión corporal o un curso de idiomas? Todas estas actividades mueven nuestro cerebro en una dirección diferente a la habitual, volviéndolo plástico, mejorando nuestra concentración, a la vez que aprendemos nuevas cosas y nos divertimos en nuestro tiempo libre.
Y tú, ¿qué nuevas habilidades piensas adquirir este año?