Abandonar un trabajo no es fácil. Requiere mucha seguridad y valentía, además de tener una oferta laboral suficientemente atractiva que empuje al cambio. De hecho, según cifras del Workmonitor de Randstad del segundo trimestre de 2018, un 15,5% de los trabajadores en Chile se encuentra activamente buscando un nuevo empleo, lo que representa una baja de 2,3 puntos porcentuales (pp) respecto al quarter anterior y de 0,5% en comparación al mismo periodo de 2017, es decir, actualmente la mayoría de los profesionales no está 100% enfocado en conseguir otra posición o moverse de compañía, optando más bien por la estabilidad.
No todos tienen el arrojo ni una naturaleza que los impulse a buscar activamente un cambio, aun cuando existan razones para hacerlo, como estar insatisfecho con el actual trabajo o tener una baja retribución económica. En esos casos, aunque las personas comienzan a barajar distintas posibilidades y a sopesar múltiples variables, si no hay una propuesta laboral concreta de por medio, finalmente no se arriesgan.
Y es que los chilenos generalmente son conservadores en este aspecto y si no están completamente seguros de que su decisión va a representar una mejora real, prefieren quedarse donde están. Por otro lado, si un profesional se encuentra a gusto con su actual posición no siempre es un hecho que va a dejar la compañía luego de recibir una mejor oferta salarial, debido a que los trabajadores valoran mucho desempeñar funciones en un clima laboral agradable. Entonces, ¿cuándo es un buen momento para cambiarse de empleo?
Así, más allá de que en el día a día se presentan instancias en las que hay una real toma de conciencia de que es necesario moverse, a veces el diagnóstico no es tan claro ni la decisión tan fácil, ya que ésta se puede ver influenciada por un sinnúmero de factores. Por esto, es importante estar atentos a algunas señales que nos muestran que quizás sea hora de afrontar los miedos y comenzar un nuevo rumbo en otra organización.
- Falta de aprendizaje: es una de las principales razones por las cuales estamos cómodos en el trabajo. Hemos aprendido todo lo posible de nuestro puesto y no desarrollamos nuevas habilidades, por lo tanto, no hay ascensos a la vista y si no hay posibilidades de crecer, quizás es momento de empezar a movernos para salir de la zona de confort.
- Baja productividad: si nuestro trabajo no presenta desafíos, entonces estamos por debajo de nuestro potencial de producción. Esto no solo afecta la motivación y el compromiso, sino que también deteriora nuestras capacidades. Si no hay evolución ni aprendizaje estamos en un campo demasiado plano.
- Sentirse poco valorado o recibir escaso reconocimiento frente a los logros: en una relación laboral el feedback es clave para potenciar el talento y fomentar el engagement. Por lo tanto, si no somos lo suficientemente valorados, o si nadie demuestra que nos necesita, también es hora de abrir la puerta a nuevas posibilidades.
- Tener una baja compensación por las labores que realizamos es sin duda la principal razón por la cual los profesionales abandonan a su empleador: dado que la remuneración es un factor clave a la hora de sopesar la satisfacción con un trabajo, si el sueldo no está a la altura de nuestras expectativas y todas las vías de aumento están cerradas, quizá la solución se encuentre afuera. De todas formas, hay que tener claro cuáles son los rangos de renta que se manejan en el mercado para la misma posición y responsabilidades, ya que negociar el salario es uno de los temas más complejos de manejar durante un proceso de selección y es necesario estar informado, además de saber en qué fase del reclutamiento es adecuado hablar al respecto.
Así todo, como la mayoría de los temas relacionados con las percepciones y las emociones, a veces un trabajo insatisfactorio no necesariamente es suficiente para movilizar a los individuos al cambio. Nos sentimos cómodos con lo habitual y predecible, mientras que la transformación y lo nuevo nos produce incertidumbre y ansiedad. En este contexto las organizaciones no solo se enfrentan a una posible alta rotación, sino que también a tener empleados descontentos, desmotivados y poco productivos, pero que aun así no toman la decisión de partir.
Es por eso que las señales son tanto para empleados como para empleadores. Si se presentan, para los primeros es hora de evaluar con racionalidad la situación, decidirse y dar el salto. Para los segundos, son pistas concretas de que es necesario trabajar en los factores de retención y el engagement para disminuir el porcentaje de empleados indecisos e insatisfechos en la organización.
Y tú, ¿estás preparado para hacer un cambio?