Escuchar activamente al empleado favorece que éste se sienta más valorado y con una mayor predisposición a trabajar en equipo y de implicarse en el día a día del negocio. ¿Cómo se puede potenciar la escucha activa en el entorno laboral? ¿Qué ventajas supone el feedback continuo entre manager y empleado?
Instalados en la era digital, aquellos que continúan levantando el teléfono o improvisando reuniones a la hora de comentar cualquier aspecto relacionado con el trabajo representan una minoría en comparación con todos aquellos que recurren a los mails, whatsapps, intranets y demás herramientas 2.0 para comunicarse durante su día a día laboral.
Compartimos poco con nuestros compañeros y todavía menos con nuestros subordinados. Cuando lo hacemos, además, no siempre nos paramos a escuchar e ir más allá del propio mensaje, sino que asentimos, sonreímos y nos limitamos a zanjar la conversación con un “ya lo iremos comentando”.
Una práctica muy extendida que debería sustituirse por conversaciones multidireccionales más acordes con el tipo de liderazgo que requieren los entornos laborales actuales, cada vez más colaborativos, y que buscan la implicación y la interacción de todas las partes.
El compromiso o engagement de los colaboradores se consigue a través de varias palancas, pero una de las que mejor funciona es la escucha activa por parte de sus superiores.
Se trata de una actitud que ayuda a acercar posturas entre empleado y manager, la que favorece que el primero se sienta más valorado en su lugar de trabajo y que el segundo tome realmente el pulso de lo que sienten aquellos de los que se rodea y de los que depende, en gran medida, el éxito de la compañía.
Un proceso activo
Al líder actual se le exige ser el principal transmisor de los valores corporativos y no solo eso, sino que, lejos de adoctrinar a sus subordinados desde su posición de superioridad, debe predicar con el ejemplo.
Un ejemplo que empieza por escuchar si quiere ser escuchado, con lo que la escucha no debe limitarse a dejar hablar al que tenemos enfrente, sino convertirse en un proceso activo en el que debemos concentrarnos al 100%. La capacidad de escuchar marcará la diferencia.
Además, a la hora de establecer una comunicación efectiva, otra de las habilidades que se le presuponen al líder actual es la inteligencia emocional.
Adoptando una serie de actitudes que responden, principalmente, al sentido común, nos aseguraremos de que estamos llevando a cabo una escucha lo suficientemente activa para crear sinergias en el equipo.
En paralelo, al dejar que el empleado exprese sus propias ideas, propuestas e inquietudes, éste se siente valorado y, a su vez, refuerza el compromiso y su orgullo de pertenencia a la empresa, con lo que es un claro ejemplo de win-win.
¿Cómo se puede potenciar la escucha activa?
- Concéntrate en tu interlocutor mientras esté hablando. Míralo de frente y mantén el contacto visual con él. Adopta una postura receptiva, evitando por ejemplo cruzar los brazos, y sonríe en caso de que sea apropiado.
- Elimina toda fuente de distracción de tu alrededor. Apaga o silencia tu teléfono móvil o iPad.
- Concéntrate en el mensaje de tu interlocutor. Escucha aquello que dice pero presta atención, también, a su estado emocional. El lenguaje no verbal de una persona transmite mucho acerca de aquello que siente en ese momento. Como ya apuntaba Peter F. Drucker, experto en management, “lo más importante en la comunicación es escuchar aquello que no se dice”.
- Demuestra que sigues el hilo de la conversación. Asiente con la cabeza o sonríe a lo largo del discurso y reitera alguna de las ideas lanzadas por tu interlocutor para fijar los puntos clave del discurso.
- Haz preguntas abiertas, de aquellas que no se responden con un ‘sí’ o un ‘no’, durante el diálogo. Las preguntas abiertas animan al otro a seguir compartiendo información y favorecen que la comunicación sea más fluida.
- Pide aclaraciones siempre que sea necesario. Cuando no entiendas algo, hazlo saber a tu interlocutor y pide información extra.
- No seas impaciente y deja que tu interlocutor termine su discurso e intenta no interrumpirlo.
- No presupongas nada ni saques conclusiones precipitadas acerca de las intenciones que hay detrás del discurso de tu interlocutor antes de que termine de hablar.
- Empatiza con la otra persona. Trata de ponerte en su lugar y comprender su punto de vista; así, de paso, evitarás posibles conflictos.
- Céntrate en los puntos más importantes de la conversación, no en cuestiones banales o superfluas. Lo que te interesa es entender el asunto en su totalidad, así que anda al grano.