A diario escuchamos hablar sobre la importancia de estar motivado, de dar siempre el máximo de nosotros en cada labor que desempeñemos. Solo de esta manera, nos dicen, podremos ver cumplidos nuestros objetivos y llegar hasta donde nos hayamos propuesto.
¿Qué es la motivación? La motivación es la causa del movimiento, aquello que nos hace avanzar hacia un objetivo con la promesa de mejorar, de satisfacer una necesidad. Se trata de un proceso interno que activa, dirige y perpetúa una conducta. No obstante, existen elementos externos que pueden influir sobre ella, como pueden ser:
- Baja remuneración económica.
- Ausencia de objetivos claros.
- Falta de desarrollo profesional.
- Monotonía en el puesto de trabajo.
- Jornadas de estrés y exceso en la carga de trabajo.
- Mala relación con los compañeros.
- Falta de comunicación.
- Escaso o nulo reconocimiento.
Estos factores pueden acabar desembocando en el síndrome de Boreout. Se trata de un trastorno de complicado diagnóstico cuyos síntomas pueden relacionarse con los de una depresión, un trastorno obsesivo compulsivo o una etapa de duelo. Es en estos momentos de dificultad cuando contar con un liderazgo potente en la empresa puede revertir el ánimo del empleado y dar un giro de 180º a su situación .
La importancia de un líder fuerte
El papel del líder va mucho más allá de la dirección de proyectos, tiene un gran componente humano. Como responsable de un grupo, puede ver cómo su equipo consigue los objetivos, pero si descuida el lado personal de las relaciones laborales, ¿puede considerarse un buen líder?
A la larga, si un empleado no está contento en su puesto acabará por marcharse de la compañía y el equipo de trabajo que cumplía con los objetivos propuestos se irá desmantelando poco a poco. Para evitar esto, un buen líder puede poner en práctica varias iniciativas para fidelizar al talento que van mucho más allá de la simple remuneración económica.
Cómo motivar a los profesionales
Un aumento de sueldo, así como un bono ocasional, solo supondrán paños fríos en la moral del profesional que se diluirá rápidamente, pues aquello que le provoca malestar seguirá presente en su día a día. Para evitar esto, estas son algunas de las estrategias que las organizaciones pueden poner en práctica para mantener la motivación a largo plazo:
- Definir a cada profesional su labor y su rol dentro de la compañía.
- Proveer al empleado de los recursos necesarios para que pueda desempeñar satisfactoriamente su actividad.
- Promover programas dirigidos a la mejora del control emocional y la resolución de problemas.
- Facilitar la formación y la información.
- Fomentar la flexibilidad y favorecer la conciliación.
- Promover la participación de los trabajadores en la organización y mejorar las redes de comunicación.
- Incentivar el trabajo en equipo para mejorar el clima de trabajo.
Team Building
Precisamente este último punto es el más importante para que los profesionales se sientan cómodos en la oficina. Vivir es convivir, tanto a nivel personal como a nivel profesional. Pasamos buena parte de nuestro día a día en el puesto de trabajo, relacionándonos con personas que no hemos elegido, al contrario de lo que ocurre en la esfera privada.
Por ello, es responsabilidad de la empresa poner en marcha las iniciativas y actividades necesarias, si fuera el caso, para facilitar un clima laboral sano y agradable. De hecho, el ambiente laboral es el tercer motivo por lo que los empelados elegirían una empresa para trabajar según el informe Employer Brand Research 2018. El respeto, la predisposición, la empatía o el aprendizaje mutuo son actitudes que se pueden incentivar y que facilitarán las relaciones interpersonales y, en consecuencia, el ambiente en la empresa.
Apostar por el Team Building, como su propio nombre indica, actividades diseñadas a la formación de equipos, puede aportar incontables beneficios para la empresa. Algunos de ellos son:
- Aumenta la motivación de los profesionales y equipos.
- Incentiva el autoconocimiento, las fortalezas y debilidades de uno mismo.
- Mejora la comunicación entre los empleados y los diferentes departamentos.
- Asienta las relaciones personales dentro de la plantilla y, por tanto, el ambiente laboral general.
- Reduce y previene el estrés, así como aumenta la resistencia al mismo.
- Refuerza la confianza y la cooperación.
- Potencia la creatividad al maximizar el potencial individual.
- Permite el análisis de áreas de mejora y su corrección.
- Incrementa el sentimiento de pertenencia y el espíritu de equipo.
Algunas de las prácticas más habituales para elevar la satisfacción y motivación de los empleados son la creación de grupos de trabajo y el fomento de dinámicas grupales (como los brainstrormings), la apuesta firme por la cooperación online (chats, blogs, páginas corporativa) -muy útil cuando alguno de los miembros del equipo trabaja a distancia-, promover actividades fuera del ámbito laboral o, por ejemplo, habilitar una zona de ocio y descanso en la que los profesionales puedan distenderse tranquilamente.
Y tú, ¿cómo aumentas la motivación de tu equipo? ¿Conoces otras alternativas?