Por Rita González, CEO de Randstad Chile
Sin duda, la integración de las economías y la apertura de nuevos mercados han incrementado el número de profesionales dispuestos a emplearse fuera de su país de origen, tendencia que ha avanzado rápidamente durante el último tiempo. Y los chilenos no son ajenos a esta corriente. De hecho, de acuerdo a la edición del primer trimestre de 2016 del Workmonitor, estudio de tendencias de la consultora multinacional de RR.HH. Randstad, 80% de la población laboralmente activa señala estar dispuesta a abandonar su territorio si consigue un trabajo en el exterior, ocupando el segundo lugar en el ranking mundial [1]; con lo que sube 2 posiciones y 15 puntos porcentuales (pp) en 3 años. Lo anterior ratifica que la movilidad internacional llegó para quedarse y que las empresas deben adaptarse a este nuevo escenario si quieren atraer y retener talento, más aún considerando el acelerado ingreso de la generación más joven, o millennials, al mercado laboral.
En este sentido, y de acuerdo al mismo estudio, 88% de los encuestados a nivel global afirma que viajar por trabajo otorga valor añadido a su desempeño, aspecto que en Chile alcanza 94%[2], lo que confirma que los profesionales de todo el mundo ven los beneficios generados por los desplazamientos de negocios. Uno de ellos es el aumento en la capacidad de adaptación, ya que cada país tiene su propia lengua, cultura y tradiciones, es decir, es un entorno completamente nuevo al que la persona debe adecuarse. Es un reto personal que ayuda a conocerse, a dejar de lado los prejuicios y otorga otra perspectiva sobre la vida y el mundo, además de enriquecer los conocimientos y la personalidad. Asimismo, una experiencia de este tipo favorece la ampliación de la red de contactos e incrementa el valor de la marca personal, puesto que haber trabajado en el extranjero es un plus que muchas compañías valoran positivamente, siendo un aspecto diferencial que aporta valor al currículum y demuestra que ese profesional es una persona con iniciativa, que no tiene miedo a salir de su entorno y que se adapta fácilmente a los cambios.
Por otro lado, para entender este fenómeno es necesario analizar la tendencia inversa, que hace referencia a la gran cantidad de extranjeros que ha llegado a Chile. De acuerdo a cifras del Departamento de Extranjería y Migración, el número de inmigrantes en el país se duplicó en diez años, alcanzando 2,3% de la población en 2014. Además, la entrega de la visa definitiva se triplicó entre 2005 y 2014 y, durante el mismo periodo, la cantidad de visas sujeta a contrato de trabajo creció un 206% y un 381% las visas temporarias para profesionales y técnicos. A este ritmo, según las proyecciones oficiales, en los próximos 8 años se duplicarán los inmigrantes en el país [3], lo que también implica un importante desafío para todos los actores involucrados en su correcta incorporación en el quehacer nacional. De todas formas, Chile se encuentra en el lugar número uno en cuanto al porcentaje de empleados que le gustaría trabajar con colegas de diferentes nacionalidades y es líder LATAM en cuanto a la apreciación de que el ambiente laboral ha cambiado de manera positiva gracias a la presencia de foráneos en la oficina, alcanzado 33% (Argentina 21%, Brasil 27% y México 26%) [4].
Sin embargo, más allá de todo esto, hoy es una certeza que los profesionales son del mundo. Actualmente las empresas buscan el mejor talento, independientemente de dónde provenga. En este sentido, es importante observar esta realidad como un desafío y no como un problema, ya que una vez que se encuentra al candidato que se ajusta al perfil demandado y tras un periodo de adaptación, la diversidad de culturas e ideas dentro de un ambiente laboral resulta siempre, y en cada uno de los casos, positiva y productiva. El reto está en ver cómo impulsar esta tendencia y aprovechar la mayor y más diversa oferta de profesionales en el mercado, motivando la capacidad de adaptación de los talentos nacionales, impulsando la calidad de la educación, fomentando la especialización e incentivando el dominio de idiomas.
[1] India y México, ocupan la primera posición, ambos con 85%.
[2] Entre los TOP3 se encuentran China e India, con 98%; México y Malasia, con 97%; y España, con 96%; mientras que al otro lado de la tabla de posiciones se ubica Japón (68%), Eslovaquia (74%) y Dinamarca (75%).
[3] Anuario Estadístico Nacional preparado por el Departamento de Migración (DEM) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
[4] Workmonitor Randstad, primer trimestre de 2016.