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Algunas empresas ya se han convencido de que deben trabajar en su imagen de marca para resultar atractivas a los candidatos​ y, de este modo, conseguir reclutar a los mejores profesionales disponibles en el mercado. 

Sin embargo, no todos los trabajadores se han dado cuenta de que también deben invertir tiempo en su imagen profesional y reputación como si se tratara de una marca, con el objetivo de llamar la atención de esas compañías que les buscan.

Todo esto ocurre en una época en la que la competencia en el mercado de captación de talento es feroz. Las empresas piensan mucho y muy bien cómo quieren cubrir las posiciones, y ahora cada posición es clave. Por otro lado, hay más profesionales disponibles y el abanico de buenos perfiles, trabajando y buscando trabajo, es muy amplio.

En este contexto, las personas deben ser conscientes de que resulta necesario gestionar su perfil profesional como si fuera una marca, que necesita detectar los propios valores y fortalezas, potenciarlos y establecer una estrategia de marketing y comunicación que los haga llegar de manera clara a su público potencial. Se trata, como ya estableció Tom Peters (conocido como el “gurú de gurús” del management) en un artículo publicado en 1997 y titulado “The Brand Called You”, de conocerse bien, establecer los puntos fuertes diferenciales respecto a la competencia y encontrar la manera de transmitirlos. Es decir, saber quién es uno mismo y qué puede ofrecer a un empleador.



“Independientemente de la edad, independientemente de la posición, independientemente de la empresa en la que trabajemos, todos nosotros necesitamos entender la importancia de la marca. Somos consejeros delegados de nuestras propias compañías: para estar en el mundo de los negocios de hoy, nuestro trabajo más importante es ser el mejor vendedor de la marca llamada tú mismo”, escribía Peters. 

¿En qué situación están las empresas?

A medida que mejora la economía, las empresas incrementan su atractivo, aumentan plantillas y mejoran su oferta salarial. Los trabajadores ya no necesitan índices de crecimiento económico muy elevados para empezar a mirar opciones tales como ascensos, mejoras de condiciones o sencillamente subidas salariales. 

Si en 2015 la economía crece será suficiente para que los trabajadores empiecen a mirar opciones fuera de su empresa. Las compañías que no hayan previsto una posible salida de trabajadores en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades, verán cómo su talento vuela hacia otros lugares donde aprecien y recompensen su valor. 

Es por eso que ahora más que nunca, candidatos y empresas necesitan trabajar en si mismos para, en el caso de unos, retener a su talento o atraer a los mejores profesionales del mercado, y en el de otros, para ser considerados como primera opción por las compañías. 

Ya no solo elige la empresa, volvió el momento en el que el trabajador o el candidato tienen la palabra. La estrategia de employer branding corporativa es más necesaria que nunca.

¿Por qué me tienen que contratar?

Uno de los elementos más importantes para comunicar en qué consiste, cómo es y qué puede ofrecer nuestra marca es el currículum, de ahí la importancia de trabajar este documento a conciencia. 

Se debe tratar de un resumen (no demasiado exhaustivo) de nuestra formación y, sobre todo, de nuestra experiencia laboral, destacando las tareas que hemos llevado a cabo y en las que hemos obtenido logros de interés. Debe ser concebido como un documento de marketing que destaque claramente los conocimientos, las habilidades y las capacidades que hacen de nosotros un producto valioso para las empresas de nuestro ámbito. 

En definitiva, debe responder de manera clara y rápida a la pregunta “¿Por qué me tiene que contratar a mí?”.

Más allá de formación y experiencia, también resulta aconsejable conocer las fortalezas personales y darlas a conocer como otro de los valores personales diferenciadores. Lo que algunos llaman soft skills o habilidades blandas (dotes comunicativas, empatía, facilidad para trabajar en equipo...) cobran cada vez mayor importancia entre los empleadores, que buscan no solo aptitud, sino también actitud entre los profesionales que incorporan a su plantilla.

Las redes sociales, por otro lado, han impuesto un cambio en la manera de presentarse como profesional ante el mercado laboral. La existencia de Twitter, blogs y especialmente la posibilidad de crear perfiles en la red social profesional por excelencia, LinkedIn, exigen que los trabajadores estén presentes y activos en las redes, no solo para darse a conocer, sino también para crear reputación profesional. Los expertos aconsejan establecer una diferenciación clara entre los perfiles profesionales y los personales en las redes, por ejemplo, usando únicamente el nombre completo en los primeros para que los personales no estén expuestos públicamente más allá de la red de amigos.

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