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El temor a que las nuevas tecnologías sean las causantes de un declive en la contratación de personas no es una novedad. Desde la existencia de la primera máquina de vapor, el cableado eléctrico o cualquier medio de transporte se ha generado una incertidumbre que conlleva a la división de opiniones y se resume, básicamente, en estar a favor o en contra del proceso de innovación.



Randstad Research, estima que la digitalización genere 1.250.000 empleos en los próximos 5 años. Lo que para algunos expertos supone el principio del fin de la clase media, para otros es una oportunidad para corregir las desigualdades y potenciar desde la educación las habilidades necesarias para los trabajos del futuro.



Éstos últimos no van desencaminados, ya que tanto las empresas como los empleados tienen mucho que ganar. 



Las ventajas de la robotización

No es ningún secreto que las máquinas sean capaces de ofrecer ventajas operativas a muchos niveles. Tienen la habilidad de trabajar de forma continuada a gran velocidad sin cometer errores y, lo que es más importante, se pueden documentar todas sus acciones para tener control de los resultados.



Con el desarrollo de la tecnología y robótica bien implementada, a las empresas se les presenta la gran oportunidad de aunar las capacidades técnicas de un robot con las habilidades cognitivas de un humano. Como consecuencia, se obtiene una ventaja competitiva gracias al tándem inteligencia artificial y humana.



Esta realidad permite que las compañías y los empleados puedan potenciar la oportunidad de realizar actividades nuevas que conlleven una liberación de los procesos rutinarios, y en muchos casos hasta peligrosos dependiendo del sector, para fomentar procesos de valor con un mayor componente de innovación.



Además, hay que destacar que gran cantidad de capacidades y funciones sólo es posible que las genere un humano:



- Creatividad



- Resolución de problemas



- Imaginación



- Empatía



Estas capacidades son únicas y características de las personas. Si nos liberamos de las tareas más tediosas dejamos un gran tiempo para desarrollar lo que nos caracteriza como especie.



Llegados a este punto, resulta lógico que la consecuencia inmediata, y paradójica para los tecno-pesimistas, sea la creación de empleo. No podemos olvidar que son las personas las que dan vida a las maquinaria, lo que supone un gran abanico de ofertas para los perfiles STEM (acrónimo de Science, Technology, Engineering & Mathematics) y para todos aquellos perfiles indirectos que puedan aportar sus conocimientos al sector tecnológico. 



El futuro de los nuevos empleos

El informe de la Federación Internacional de Robótica (IFR) realizado en 2016, pronostica que en 2019 el número de robots industriales se incrementará a 2,6 millones de unidades, cerca de un millón más de los que había en 2015.



Dada la enorme oportunidad laboral que se presenta, es evidente que para que los nuevos puestos de trabajo puedan verse cubiertos con perfiles profesionales competentes, se ha de tener en cuenta la necesidad educacional de potenciar el estudio de las materias más vinculadas a la tecnología, sobre todo, entre las generaciones más jóvenes. Algo que no resultará nada sencillo dado que, a pesar de la alta necesidad de profesionales del ámbito tecnológico, el número de estudiantes matriculados en carreras STEM ha descendido progresivamente en los últimos 7 años. Se espera que durante los próximos 5 años los titulados en estas materias desciendan a un ritmo anual del 3,3%, según Randstad Research.



Según la revista La revolución digital del Instituto de Estudios Económicos, se estima que 85.000 puestos de trabajo de ámbito tecnológico quedarán sin cubrir en el año 2020. Este dato indica que empiezan a existir perfiles deficitarios como expertos en inteligencia artificial e ingenieros de desarrollo de software. 



¿Nuevo escenario fiscal?

“Lo robots deberían pagar impuestos”, así de contundente se mostró el fundador de Microsoft, Bill Gates, en una entrevista a la revista Quarz. En ella propone que esa recaudación se destine a los colectivos en riesgo de desempleo a causa de la automatización y a la creación de puestos de trabajo de carácter social.



Basándonos en hechos pasados, toda gran revolución conlleva una mejora a medio largo plazo a nivel laboral:



- Trabajo más productivo



- Progreso e innovación



- Regulación del horario laboral



- Aparición/revisión de los derechos de los trabajadores



Como conclusión, el gran reto, en definitiva, es considerar la tecnología como parte de un proceso de transformación en la que el cambio y una integración efectiva en los equipos de trabajo son los elementos clave para un resultado exitoso y a futuro.