Por Tomás Casas, consultor de tecnología de Randstad
De acuerdo al estudio de tendencias anuales en sueldos, beneficios y lugares de trabajo 2017 de Randstad, por tercer año consecutivo el principal desafío de Recursos Humanos mencionado por los encuestados es aumentar el desempeño y la productividad de su empresa, con 67% de las menciones. Y no es de extrañar si consideramos que Chile es uno de los países con más bajos índices de productividad laboral entre las naciones que componen la OCDE , ya que la producción de cada empleado está estancada en la mitad del promedio, a pesar de que los chilenos trabajan 245 horas más al año que la media de los países que integran la Organización. Ante este escenario, es urgente preguntarse qué podemos hacer, no solamente por la importancia que este indicador tiene en la rentabilidad de una compañía, sino que también por su relevancia en el desarrollo del país.
Al buscar una explicación, encontramos múltiples factores y miradas que podrían aclarar las razones de este panorama, sin embargo –a mi juicio- uno de los más relevantes tiene que ver con la escasa inversión en innovación que hacen las firmas locales. De hecho, según una encuesta del Ministerio de Economía publicada en junio de 2017, solo el 12,1% de las empresas en Chile declara realizar I+D, es decir, nueve de cada diez no lo considera (87,9%). No obstante lo anterior, existe confianza en que cada vez más organizaciones tomen cartas en el asunto e inyecten recursos en desarrollo tecnológico con el objetivo de agilizar todo tipo de procesos y de que éstos se realicen de manera óptima. Es aquí donde surge el concepto de Business Process Management o BPM, el cual ofrece la posibilidad de automatizar las funciones del negocio, mecanizando los flujos de tareas que se ejecutan en un tiempo determinado, fundamentalmente para conseguir mejores resultados en la empresa.
Además, el BPM proporciona las herramientas y la información necesaria para que los empleados inviertan su tiempo en las tareas prioritarias y que le corresponden de manera exclusiva, evitando desviarse en labores administrativas, por ejemplo. Así, con un sistema de Business Process Management, los activos más importantes de la empresa, es decir, las personas, pueden focalizar su trabajo en funciones más estratégicas, recibiendo todo tipo de apoyo para su ejecución. Sin embargo, vale la pena mencionar que aunque el desarrollo de nuevas tecnologías y herramientas al interior de una organización aporta productividad en los equipos de trabajo, al mismo tiempo genera la necesidad de perfeccionamiento y actualización permanente de conocimientos, lo que es positivo en términos profesionales.
Esto porque una vez que el usuario esté integrado en un BPM, tendrá acceso a paneles de monitorización, lo que le permitirá detectar qué procesos funcionan de una manera óptima y cuáles es recomendable mejorar, lo que sin duda requerirá invertir en capacitación para los empleados y crear un potente plan de gestión del cambio, sobre todo para aquellos que llevan más tiempo en la organización.
Además de los beneficios indicados, existe uno que hace posible que existan todos los demás, y es precisamente que el propio sistema de proceso de negocio (BPM) nos asegura el cumplimiento de los procedimientos tal y como se hayan diseñado, sin menoscabo de la flexibilidad que la empresa pueda considerar necesaria. Así, es indudable que esta tecnología impulsa la productividad de las organizaciones, no obstante hay que tener en cuenta que para conseguir resultados que realmente impacten en el desarrollo del país, es necesario realizar mayor inversión empresarial y en programas de capacitación que resalten los beneficios y ventajas del uso de herramientas de este tipo.