Recientemente se lanzó la sexta versión del ranking Leading Lawyers, el cual dio a conocer a los 70 abogados más destacados e influyentes del país. Seguramente, muchos se preguntarán, ¿qué se necesita para ocupar este cetro? Y es que el siglo XXI empuja a actualizarse y a adquirir una serie de competencias que son necesarias para enfrentar el nuevo escenario laboral, cada vez más exigente.
Así, conocer sobre gestión de proyectos, tener una visión estratégica del negocio, dominar idiomas, estar al tanto acerca de los últimos avances tecnológicos, contar con un amplio networking y capacidad de mentoring y liderazgo, ayuda a los abogados a ir más allá de sus propios conocimientos jurídicos. De esta forma, actualmente compañías y despachos se centran en buscar profesionales multidisciplinarios que posean habilidades adicionales a su ya tradicional formación académica, como, por ejemplo, manejo de tecnología e innovación.
Al respecto, Cristian Solis, Finance, Accounting & Human Resources Division Manager de Randstad, señala que ahora, con la evolución que están enfrentando la mayoría de los rubros, las skills interpersonales y las competencias sociales son esenciales y tomadas en cuenta en el proceso de reclutamiento y selección de candidatos del área legal. “Es ineludible que quienes están optando a un cargo en este ámbito sean idóneos para prestar un servicio óptimo en todo sentido y a todos los públicos, que tengan capacidad de adaptación y que estén abiertos al aprendizaje continuo.
Por ejemplo, deben adquirir conocimientos contables, ya que en muchas ocasiones y, especialmente en algunos segmentos, el asesoramiento jurídico va ligado a cuestiones económicas. Además, tener una visión financiera les permitirá medir el valor económico de sus servicios y las posibles variaciones del mismo, aspecto vital para conocer la rentabilidad del negocio, en el caso de un estudio jurídico, por ejemplo”, acota.
También es importante estar facultado para crear equipos sólidos, delegar tareas e integrar la tecnología y la innovación en los diferentes procesos, que son cuestiones cada vez más necesarias para alcanzar mayor eficiencia. De esta forma, “contar con gente ágil y capaz de adoptar una cultura de cambio ayudará a los líderes a gestionar con más efectividad los imprevistos y el trato al cliente”, asegura el experto. “El potencial de comunicación también es prioritario.
A pesar de que la jerga en la jurisprudencia tiene sus propias características, ser hábil en la trasmisión de los mensajes más técnicos, con el objetivo de que los interlocutores ajenos a este léxico puedan entender las circunstancias de su caso, es un elemento diferenciador.
En definitiva, la adquisición de estas competencias es exitosa si hay una transformación cultural previa en las compañías del rubro o en los departamentos del área legal, las cuales deben apoyar el desarrollo de estas habilidades. Impulsar la formación en este sentido, dotar a los profesionales de herramientas para mejorar su aprendizaje, es vital para pasar del abogado tradicional del siglo XXI”, enfatiza.
¿Qué papel juega la tecnología?
La digitalización ha permitido hacer eficientes diversos procesos y generar gran cantidad de oportunidades innovadoras. De acuerdo a Solis, algunas de las herramientas que están revolucionando el sector son el Big data, que favorece el análisis y la comprobación de grandes cantidades de datos que se usan en las operaciones legales; el Blockchain, que posibilita el seguimiento y proporciona un registro de las transacciones; el Machine learning, cuyos algoritmos permiten clasificar los documentos legales; y los Bots, una herramienta que facilita el proceso de los trámites.
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