La nueva realidad del mundo laboral pide un esfuerzo de adaptación tanto a las empresas como al talento. En este sentido, la filosofía smart working, que propone una reconfiguración de los equipos de trabajo y apuesta por el no presentismo, es la respuesta a las necesidades de empleados y organizaciones.
¿En qué consiste?
El smart working es una fórmula de gestión empresarial que se basa en tres pilares básicos: movilidad y flexibilidad horaria, trabajo por equipos y el uso de nuevas tecnologías. Este modelo propone una gestión más eficiente de las personas y busca no sólo aumentar la productividad, sino también la satisfacción del talento a través de conciliación. Y es que, según el informe Employer Brand Research 2017, el 55% de los trabajadores señala esto último como un factor decisivo a la hora de elegir trabajar en una empresa.
A diferencia del teletrabajo, el Smart working se apoya en las nuevas tecnologías, no sólo para permitir al profesional decidir el lugar de trabajo, sino también el horario y las herramientas. Este sistema intenta adaptar el empleo al profesional permitiéndole un alto grado de autonomía.
No obstante, la implantación de este sistema supone un reto tanto para las empresas como para los trabajadores. Las compañías tienen que proveer una formación tecnológica a sus equipos que les permitan el desempeño óptimo de sus funciones y una comunicación fluida con la empresa. Además, deben proporcionar el acceso a dichas herramientas y conseguir que sean seguras, para poder garantizar así la confidencialidad de los documentos de trabajo. Por su parte, los trabajadores no solo deben perfeccionar sus habilidades de autogestión para cumplir con los objetivos, sino también comprometerse a mantenerse al día de las nuevas tecnologías y favorecer la comunicación para evitar el aislamiento del equipo.
Ventajas y desventajas del smart working
A cambio, el smart working ofrece numerosas ventajas para ambas partes. Al ser un modelo basado en los resultados, supone una motivación extra para que los profesionales intenten incrementar su eficiencia, ya que posibilita una valoración más objetiva de sus logros. Además, la deslocalización del trabajo elimina algunos costos como el arriendo de oficinas o alimentación, haciendo bastante atractiva su implementación para las empresas. Otra de las interesantes ventajas que facilita es la formación de equipos multiculturales de trabajo, aumentando la diversidad y todo lo que ello implica.
Sin embargo, la fórmula tiene ciertas debilidades. Una de ellas es el posible aumento de distracciones y el posible aislamiento de los equipos, fruto de la deslocalización del espacio de trabajo. Además, se puede producir una sensación de falta de jerarquía derivada de la ausencia de supervisión directa, sobre todo en la toma de decisiones.
Pero quizás el principal obstáculo para este sistema es la falta de un marco regulador que genera ciertas y comprensibles reticencias entre el empresariado nacional.
Y en tu empresa, ¿se aplica el smart working?