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Independientemente de la edad, a todas las personas les gusta divertirse, sobre todo realizando tareas que normalmente se consideran aburridas. A pesar de esta premisa, la gamificación, entendida como el empleo de mecánicas de juego en entornos no lúdicos con el fin de potenciar la motivación, la concentración, el esfuerzo y la fidelización, aún no es una práctica común al interior de las organizaciones nacionales, incluso teniendo en cuenta que podría ser un enorme aporte para la gestión de los departamentos de RR.HH. Por esto, en los últimos años, a nivel mundial, psicólogos y expertos en Capital Humano han rescatado el videojuego y lo han situado en el centro del debate sobre técnicas de reclutamiento, e-learning y evaluación de desempeño, ya que su mecánica engancha y motiva.



Los juegos permiten representar roles, conseguir un status, lograr reconocimiento y activar mecanismos psicológicos a través de la compensación de los progresos, además de estimular la imaginación, la cooperación, la competitividad y el aprendizaje. Considerando estos beneficios, su masificación en Chile no debería tardar mucho tiempo ni su implementación ser extremadamente compleja, aunque podría encontrar trabas cuando las empresas se decidan a buscar profesionales especialistas en esta tecnología y/o gente que se dedique exclusivamente a promocionar e implementar este tipo de aplicaciones en las organizaciones.



Respecto a los usos que se le puede dar a esta tendencia, la respuesta está en la estimulación. El juego es un poderoso motivador de la conducta y las empresas conocen la influencia que ésta tiene en el rendimiento de sus profesionales, de modo que fomentarla es una de las claves en las que todo equipo de Recursos Humanos debería reparar. Los trabajadores motivados son más comprometidos con la organización y en general están más felices con su empleo, puesto que al ser más productivos, consiguen mejores resultados y tienen más espacios de ocio. De hecho, según un estudio publicado por una consultora tecnológica, 80% de las empresas más grandes del mundo utiliza como mínimo una aplicación del juego en su actividad; mientras que algunas empresas de tamaño medio han abrazado con convicción la gamificación para formar, motivar y comprometer a sus trabajadores. 

De esta forma, una correcta implementación de estrategias de gamificación permite pasar de la mera conectividad al engagement (o compromiso), logrando que los miembros de una comunidad, los trabajadores de una empresa, los estudiantes de un instituto, los habitantes de una ciudad -prácticamente cualquier colectivo o individuo- participen de manera dinámica y proactiva en acciones que generalmente requieren un esfuerzo de la voluntad. Tomando en cuenta esto, los beneficios para empleados y empleadores son múltiples: aumento de la productividad, mejor clima organizacional, más satisfacción, motivación, compromiso y responsabilidad, llegando incluso a impactar en los niveles de rotación y mejores resultados, solo por mencionar algunos. 



Por otro lado, así como todas las personas asumen responsabilidades en el trabajo, también tienen necesidades, por ejemplo, de recompensa, de status, de logro, de resultados, de gratificación, entre muchas otras; y los diseñadores de juegos saben como dirigirse a estos requerimientos desde un entorno de lúdico, por lo que la gamificación permite aplicar estos preceptos con mayor amplitud, abarcando todo tipo de ámbitos. Así, envolviendo cualquier actividad con un conjunto apropiado de mecánicas de juego, se logra crear una experiencia que fomenta un determinado comportamiento y permite cubrir una o más de estas necesidades, por lo que sin duda una plataforma orientada a generar compromiso debe incluir aspectos entretenidos, modernos y dinámicos, tener fácil usabilidad y contar con elementos que representen los requerimientos de los trabajadores.