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Desde el punto de vista de los negocios, incorporar la variable ‘diversidad’ en el sistema de gestión de una organización permite comprender las ​necesidades de los stakeholders y del mercado en el que opera la empresa, diseñar una estrategia comercial adaptada a ellas, identificar nuevas oportunidades de negocio, desarrollar nuevos servicios o productos y, por todo ello, mejorar el posicionamiento de la compañía en los diferentes escenarios. Esta es la manera de materializar el impacto de la gestión de la diversidad en el resultado económico de una firma.

​En la teoría, no hay duda de que la diversidad es riqueza y redunda en el interés de las organizaciones, no solo en el interés ético, también en la cuenta de resultados. Sin embargo, aunque las empresas son conscientes de la importancia que tiene gestionar el capital humano, todavía no se ha situado la gestión de la diversidad en el lugar estratégico que se merece.

Esta situación es perjudicial para las compañías porque no están aprovechando el valor que entrega la diversidad y, en consecuencia, están perdiendo un enorme potencial humano, puesto que dejan de contar con los conocimientos y habilidades de múltiples colectivos: personas en situación de discapacidad, mayores de 50 años, personas inmigrantes con dificultades para su integración laboral, gente en riesgo social, entre otros.



Esta pérdida es evidente y cuantificable. Corregirla supondría la posibilidad de reclutar trabajadores entre un abanico mayor de perfiles, lo que supone incrementar las opciones de encontrar el talento que más se ajusta a sus necesidades. Además, contar con una plantilla diversa ayuda a llegar también a más segmentos del mercado. Por ejemplo, Gallup, en un estudio sobre retorno de la diversidad de género en los sectores del Retail y la Turismo, demuestra que los negocios que priorizan la gestión de la diversidad de género incrementan sus ingresos en una media de un 14% y 19%, respectivamente. Además, en ambos sectores se detecta un mayor compromiso del conjunto de los trabajadores con la organización.

En la I Encuesta por la Diversidad de la Fundación Randstad, las organizaciones encuestadas destacan tres beneficios claros de la integración a sus plantillas de personas con dificultades de inserción laboral: dan visibilidad al compromiso social de la empresa, permiten incorporar a personal altamente motivado y son una apuesta por el talento independientemente del colectivo al que pertenezcan los trabajadores.

De hecho, de acuerdo al Workmonitor, estudio trimestral de tendencias del mercado del trabajo de Randstad, Chile ocupa la posición número 1 a nivel mundial en valoración de la diversidad en el trabajo, con 96% de la población laboralmente activa que la avala. En segundo lugar se ubica México (94%) y luego India (93%); mientras que del otro lado de la tabla se encuentra República Checa (74%); Francia, Bélgica y Hong Kong (80%) y Suecia (81%).

Esto comprueba que, a pesar de que aún falta camino por recorrer en alguna de estas temáticas, el país ha dado grandes pasos en cuanto a ser una nación más abierta, inclusiva y menos discriminatoria, en lo que sin duda la Ley de Inclusión Laboral para personas en situación de discapacidad ha sido un gran aporte. Además, con un marcado crecimiento de extranjeros residentes en el territorio nacional de 2002 a la fecha, los chilenos han sido testigos de los beneficios de trabajar con personas de distintas culturas, razas, creencias, condiciones y tradiciones, lo que sin duda es uno de los factores que ha hecho evolucionar al país en este sentido.

Y tu empresa, ¿qué espera para tener entornos más diversos e inclusivos?