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El científico loco, el escritor solitario, el programador silencioso. La cultura está plagada de figuras estereotipadas de trabajadores, los mejores en su rubro, pero víctimas de severos problemas de interrelación con su entorno. Pensaríamos en ellos para trabajar, pero difícilmente para tomar un café o una cerveza. Sin embargo, el paradigma ha cambiado y las competencias blandas o soft skills, que brillan por su ausencia en estos estereotipos, son cada vez más valoradas a la hora de reclutar. Las capacidades técnicas o duras siguen siendo importantes, pero si no llevan aparejadas las habilidades blandas imprescindibles, es difícil que el empleado pueda desarrollar su carrera profesional en el mundo corporativo. 

La universidad nos forma en aquellas capacidades técnicas que seguramente proveerán herramientas para desarrollar la vida laboral, pero hoy es mucho más fácil acceder a la educación formal que al aprendizaje informal, el cual proporciona esas capacidades que nos ayudan a comunicarnos con los otros, a trabajar en equipo, a relacionarnos, a escuchar. El aprendizaje de la vida no se elige y, sobre todo, es muy difícil de iniciar cuando nuestra identidad como sujetos ya está constituida.

¿Cuáles son estas habilidades blandas? Van desde la competencia de liderazgo para llevar a un equipo hacia un objetivo concreto, hasta la capacidad comunicativa, la escucha activa y las buenas relaciones interpersonales. Son habilidades que están directamente relacionadas a la inteligencia emocional y que nos permiten abarcar los problemas con mayor amplitud y discutir opciones con soltura, saliendo de los moldes preestablecidos, conectándonos con los demás. A su vez, nos permiten comunicarnos de forma fluida y productiva y presentar proyectos e ideas de forma concisa, clara y convincente. Es por eso que las capacidades blandas deben estar presentes en cualquier persona con fuertes habilidades técnicas: ambas son complementarias, y no opuestas.

Actualmente vivimos en un contexto que empodera la interdependencia, la comunicación y el trabajo en equipo, lo que impone que hoy todo empleado y emprendedor debe poseer estas capacidades para su trabajo diario. Y, si no las posee, debe desarrollarlas e incorporarlas tanto o más que las capacidades técnicas adquiridas en su educación formal. Existen alternativas para practicar la inteligencia emocional tanto como para practicar y mejorar las capacidades blandas. Las actividades que impliquen expresividad y comunicación para desarrollarse son un buen vehículo para poner en funcionamiento estas habilidades.

La presencia de estas capacidades interpersonales puede hacer la diferencia entre un brillante profesional incomprendido encerrado en su cápsula y un verdadero líder que inspira, comparte, comunica y fomenta la creatividad y la innovación en los demás.