A propósito de que el próximo 23 de octubre se llevará a cabo una sesión especial en la Cámara de Diputados para votar el proyecto que busca reducir de 45 a 40 horas la jornada laboral semanal, Randstad realizó una encuesta a más de 2 mil 800 trabajadores, incluyendo empleados y desempleados, con el fin de evaluar su percepción sobre esta iniciativa y conocer cuáles creen que serán sus implicancias de llegar a ponerse en marcha.
Si miramos los datos por rango etario, 39% de las personas entre 25 y 34 años teme que su salario baje si se implementa esta reforma, seguidas por aquellas entre 35 y 44, con 30%; y en tercer lugar por las de 45 a 55 años, con 23% ; aprehensión que alcanza 34% entre los desempleados. Considerando el tamaño de la empresa, a medida que la organización es más pequeña, aumenta el temor a que la renta disminuya.
En cuanto al perfil del cargo, las cifras más altas en este aspecto se encuentran entre analistas y especialistas, con 32%; en jefes y gerentes, con 31%; y en administrativos y asistentes, con 25%. Por otro lado, 14% de los encuestados expresa que tiene miedo de perder su empleo si se implementa este proyecto.
Al respecto, Francisco Torres, director de staffing & outsourcing de Randstad, señala que existen visiones que afirman que si se reduce la jornada, es poco probable que el índice de remuneraciones tenga un incremento, debido a la alteración que se generaría en la gestión de personal, con el consiguiente aumento del costo laboral. Así, “los salarios tendrían alta probabilidad de estancarse o de tener una tendencia a la baja, como sucedió al cierre de 2018, lo que tampoco es beneficioso para los trabajadores”, reflexiona.
En relación a las cifras que arrojó el estudio, el directivo de la multinacional sostiene que es natural que los más jóvenes sean los con mayor temor a sufrir un impacto en su sueldo, puesto que tienen las tasas de rotación más alta, con lo que buscan mejorar sus condiciones de empleo, llegando a tasas que superan el 25% versus 15% de los mayores de 55 años.
“Y es que los profesionales entre 25 y 34 años son los más dinámicos en la indagación activa de nuevos desafíos, por lo que si el crecimiento de la economía y de las oportunidades laborales se frena, este crecimiento podría verse impactado. De hecho, ya en el tercer trimestre, el optimismo empresarial tuvo una nueva baja en las compañías de todos los tamaños , porque evidentemente la reforma ha generado cierta incertidumbre respecto a cómo va a reaccionar el mercado una vez implementada”, acota.
Por otro lado, 7% de los participantes asevera que con esta iniciativa su productividad disminuirá, 44% sostiene que se mantendrá y 49% dice que aumentará. Del 100% de los encuestados más optimistas en cuento a su nivel de producción, 43% ocupan posiciones de analistas y especialistas, 33% son jefes y gerentes; y 18% corresponden a administrativos y asistentes.
Sin embargo, el ejecutivo de Randstad señala que los números del país no van acorde con esta percepción, ya que la productividad Total de Factores tuvo una caída de 0,2% en el segundo trimestre, luego del retroceso de 0,6% en el primer periodo de 2019, un escenario que se ha mantenido durante los últimos 20 años.
“Esto es preocupante porque indica una menor capacidad de crecimiento de la economía chilena, aún siendo la quinta nación de la OCDE donde más horas se trabaja, pero produciendo la mitad del promedio de los países que la componen”, comenta.
Asimismo, la investigación arrojó que un 37% de los participantes piensa que la medida incrementará el empleo informal, debido a que si bien la iniciativa tiene el espíritu de aumentar el tiempo libre de los trabajadores e incrementar la conciliación vida laboral-familiar, existe la percepción de que las personas ocuparán ese tiempo adicional llevando a cabo otra fuente de ingreso, considerando que la mitad de los trabajadores de Chile gana 400.000 pesos o menos al mes, según la ESI 2018, encuesta realizada anualmente por el INE en el último trimestre de cada año.
Pero más allá de esta discusión, y de acuerdo a la mirada del ejecutivo, la solución a estos y otros asuntos no pasa por tener más o menos horas de trabajo, sino que va por cambiar la mentalidad empresarial, generando una cultura de engagement y de trabajo por objetivos.
“Es necesario implementar una evaluación de desempeño por resultados cuantitativos y cualitativos, la cual se apegue fielmente al cumplimiento de las metas propuestas, porque la única forma de que el salario no sea vea afectado es tener la capacidad de producir lo mismo en 40 que en 45 horas”, reflexiona.
Asimismo, “todas las medidas que vayan en dirección a aumentar la flexibilidad, ya sea en la jornada horaria, en el tipo de contrato (empleo temporal) o en la modalidad de desempeñar las funciones, no solo son positivas desde el punto de vista del ahorro de costos para las empresas, sino que también influyen en la satisfacción de los empleados, en su nivel de motivación y compromiso, lo que eventualmente repercutirá en los indicadores de producción, siempre y cuando sean prácticas que vayan acompañadas de una estrategia en cuanto al seguimiento del rendimiento.
En este sentido, según la investigación un 40% de los encuestados afirma que su empresa ya ha puesto en marcha alguna política de flexibilización de la jornada laboral, independientemente de la entrada en vigencia de la ley”, puntualiza.