En tiempos de incertidumbre es importante saber aclimatarse a los cambios y actualizarse constantemente. Por consiguiente, aprender a reinventarse y a enfocar las situaciones desde ángulos diferentes es esencial para progresar tanto a nivel personal como profesional.
Y es que en contextos turbulentos, muchas empresas optan por la dirección por valores como método para gestionar su organización, ya que según el profesor de la MIT Sloan School of Management, Edgar H, Schein, “los valores pueden servir como guía para tratar la incertidumbre de los acontecimientos difíciles o intrínsecamente incontrolables”.
Los valores ya no son solo objeto de investigación en disciplinas como la psicología, la sociología o la antropología, sino que cada vez son más los estudios que abordan los valores del trabajo y su trascendencia en la gestión empresarial. De hecho, numerosos expertos afirman que la dirección por valores es una herramienta de liderazgo estratégico que permite acortar las distancias entre las compañías y sus objetivos.
Sin embargo, dirigir por valores no es sencillo y obliga a las empresas a superar desafíos para poder adaptarse a este modelo organizativo en auge.
Reto 1. Identificar aquellos valores que mejor se ajustan al espíritu de la empresa.
La dirección por valores no se reduce a seleccionar una serie de calificativos con los que definir la naturaleza de una organización, sino que hay que convertir los valores empresariales en uno de los principales activos de la compañía y aplicarlos en todos sus niveles. En primer lugar, esto comporta que las organizaciones deban identificar los principios que han de determinar cómo debe ser la empresa y que, en última instancia, conformarán su relación con el entorno. Apostar por principios organizacionales como la honestidad, la responsabilidad, la sinceridad o el espíritu de superación puede dar la clave a la compañía para marcar diferencias con sus competidores.
Reto 2. Los directivos deben ser consecuentes con los valores empresariales
No basta con identificar los valores de la compañía de manera clara y específica ni con asumirlos a nivel teórico, sino que las empresas deben aplicarlos a diario y conformar con ellos su cultura organizativa. La gestión por valores no acaba con una definición, por muy elaborada que sea. Es importante los directivos actúen en base a los principios escogidos y que los apliquen en el día a día. Este es el primer paso para que los valores organizacionales sean compartidos por todos los miembros de la empresa.
Reto 3. Las aspiraciones de los empleados deben encajar con los valores corporativos
Todos los integrantes de la organización deben entender que los valores no son abstractos. Para que los empleados sean capaces de traducirlos en actitudes, hábitos, competencias y, por encima de todo, en objetivos, es imprescindible inspirarles para que se sientan parte de un todo. Si una empresa logra motivar a sus trabajadores para que se sientan orgullosos de la organización, ellos darán lo mejor de sí mismos en cada instante.Cuando una compañía se preocupa por las aspiraciones individuales de sus trabajadores y logra que estas encajen en las metas de la empresa, garantiza su compromiso. Hay que creer en las personas para que estas crean en la compañía y la hagan crecer porque, en el fondo, la implicación de los trabajadores influye de forma directa en el rendimiento empresarial.
Reto 4. Las empresas deben encontrar aplicaciones prácticas en la gestión por valores
Dirigir por valores implica estimular a los clientes ofreciéndoles una visión íntegra, transparente y comprometida de la empresa con la que han decidido colaborar. Por esto es imprescindible que la gestión por valores se perciba no solo a nivel global sino también en iniciativas como incentivar el pensamiento positivo a través de un ambiente de armonía en el trabajo, estimular la formación continua de los empleados o potenciar los vínculos entre ellos como método para favorecer el trabajo en equipo y optimizar el rendimiento de los empleados y el clima en las relaciones laborales.
Reto 5. Comunicar los valores corporativos a todos los niveles
La comunicación constante de los principios que determinan el ADN de la compañía es un pilar básico en la gestión por valores. Por ello, hay que entender que no basta con declaraciones de intenciones ni tan solo con alinearlas y concretarlas con prácticas y conductas específicas. Para lograr los objetivos marcados es imprescindible que el alma y la esencia de las compañías se respiren en cada ambiente y en cada minuto, que cada uno de los engranajes de la organización aspire a superar los retos con la misma actitud y que todos anhelen lograr las mismas metas.