¿Podrías compartirnos los principales hitos de tu trayectoria profesional?
Trabajo en la industria de Recursos Humanos desde hace más de 30 años. Comencé a trabajar muy joven en diferentes áreas de la empresa familiar, una compañía de Recursos Humanos que luego se transformaría en una multinacional, ubicada en Rosario, una de las principales ciudades de Argentina situada a 300 km de Buenos Aires. En ese recorrido, fui e hice de todo, desde hija del dueño y cadete, hasta archivista pasando por joven profesional, en un largo trayecto hasta que llegué a mi primera posición gerencial. Luego, más cerca en el tiempo, fui accionista, accionista minoritaria, directora de una compañía global.
Estudié Derecho en la Universidad Católica Argentina y luego hice un posgrado en Asesoramiento Jurídico de Empresas en la Universidad Austral, siempre compaginando los estudios con el trabajo y la familia. Fui formándome en la universidad y en el negocio a la vez, así que los hitos fueron viniendo de ambos lados a medida en que completaba la carrera de grado o lograba un ascenso, y luego el posgrado y así sigo hasta el día de hoy.
Siempre supe que quería estudiar derecho, aunque el trabajo y las responsabilidades en la compañía me fueron llevando por rumbos diferentes, así que finalmente nunca ejercí la profesión.
Hoy tengo la responsabilidad de liderar las operaciones de Randstad en Argentina, Chile y Uruguay. Esta es una tarea que llevo con orgullo, que me moviliza y que elijo todos los días, porque el trabajo que hacemos tiene un impacto muy importante en la vida de las personas, al ayudarlos a conseguir un trabajo, que es el puente que los une con sus sueños.
¿Cuáles han sido los principales desafíos que enfrentaste en el camino hacia tu actual rol?
Considero que el principal desafío en mi carrera profesional es haber podido llegar a ser CEO de una compañía multinacional en Latinoamérica siendo mujer, y haberlo hecho en paralelo a la formación de una familia.
Las mujeres nos encontramos a diario con la dificultad de movernos en una cancha desnivelada, compaginando carrera profesional con tareas de cuidado familiar. Esta “doble presencia” genera la duda en quienes ocupan puestos de dirección cuando deben contratar o ascender a dos personas con igual preparación pero diferente género, de si una mujer podrá brindarle a un puesto de liderazgo toda la atención necesaria, cuando también tiene que hacerse cargo de las responsabilidades de su hogar.
El día que esa pregunta ya no sea parte de la ecuación que determina decisiones de contratación o ascensos, habremos avanzado hacia la plena igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en el ámbito laboral.
Porque si bien los avances en materia de igualdad de género en el último tiempo son enormes, estamos muy lejos de llegar a una paridad real en todos los sentidos, principalmente porque aún predomina una cultura en la que las mujeres son las principales responsables de los roles de cuidado de los hijos, el hogar y los adultos mayores.
Por eso se trata de un cambio trascendental que tenemos que hacer todos, en nuestras familias, especialmente con el ejemplo que “viven y asimilan” nuestros hijos, para lograr hacer ese cambio cultural para que los techos y paredes que deban derribar nuestras hijas sean muchas menos que las que nos tocó romper a nosotras.
¿De qué forma Randstad está creando una cultura que promueva la equidad e igualdad de género?
En Randstad venimos trabajando hace años en el desarrollo de nuestro programa de Equidad de Género y Empoderamiento de la Mujer de una manera sostenida y cotidiana donde, tenemos políticas y procesos que buscan romper sesgos y favorecer la equidad, tanto en las contrataciones, como en las promociones y ascensos, pero también a través de la suma de pequeñas acciones, buscamos hacer de nuestra compañía un ámbito de trabajo amigable para la realidad de las mujeres que deben compaginar su carrera profesional con las responsabilidades de los roles de cuidado.
Hace ya un tiempo vimos que no era suficiente trabajar puertas adentro en temas de equidad de género. Vimos que por el rol que tenemos como compañía, teníamos que ir más allá de Randstad para incidir en cada uno de nuestros clientes, con un trabajo de evangelización, ayudándolos a tomar conciencia de sus sesgos cuando los notamos, guiándolos para que tomen mejores decisiones, para que abracen ellos también un mayor compromiso con la diversidad, ayudándolos a dejar de lado los prejuicios, para que todo eso ayude a que puedan ellos mismos percibir el valor, en el sentido completo de la palabra, que les genera inclusión del talento de las mujeres en sus empresas.
Porque sucede que lo que percibimos en general es que hay muchos preconceptos. Lo vemos cuando hacemos con nuestros clientes el relevamiento de perfil para llevar adelante sus procesos de reclutamiento y nos encontramos con un cliente que pide un hombre como especificación de los requisitos del puesto, o un postulante con una determinada edad, y cuando indagamos, salvo excepciones, sucede que no hay una razón puntual, clara, objetiva por la cual se pide eso. Al indagar surge que no es algo vinculado al puesto a cubrir, sino más bien a los estereotipos, preconceptos y prejuicios que quien toma las decisiones de contratación tiene.
¿Cómo has abordado el equilibrio entre la vida laboral y personal a lo largo de tu carrera? ¿Nos darías algún consejo para la conciliación?
Creo que la persona que soy hoy fue moldeada en gran medida por las mujeres mayores de mi familia, mi bisabuela, mis abuelas y mi madre. Todas ellas trabajaron, tuvieron hijos, fueron valientes luchadoras que nunca se dejaron ganar por la adversidad.
Encaré mi vida siguiendo su ejemplo y creo que hoy, mi legado como mujer y empresaria es el de ayudar a visibilizar la doble responsabilidad que tienen las mujeres, en el trabajo y en el hogar. Y subrayar que, aunque sea desafiante, no es necesario resignar nada para poder tener una familia y una carrera exitosa. Y que además no se trata de que las mujeres abandonen su feminidad para trabajar y ser productivas, sino todo lo contrario.
Sin duda, hombres y mujeres no somos lo mismo, somos diferentes, en nuestros modelos mentales, intereses, formas de vincularnos y prioridades, ni mejores ni peores, solo distintos, y allí es donde radica el valor de una mayor inserción de las mujeres en las organizaciones, en especial en posiciones de decisión, en el aporte de la diversidad.
Los ámbitos laborales tienen mucho que ganar impulsando la diversidad y la equidad de género. El perfil femenino, con su capacidad multitasking, sus competencias blandas, la empatía, un estilo de gestión menos competitivo y más del consenso, y otras características que lo distinguen, puede contribuir a generar mejores resultados en las compañías.
Porque si hay algo que está claro a esta altura es que la diversidad es un buen negocio y tiene un impacto cuantitativo en mayores ventas y utilidades. Difícilmente una empresa, cualquiera sea su rubro, pueda interpretar las necesidades de su mercado objetivo si sus equipos de trabajo no representan el perfil de sus clientes que, por naturaleza, es tan diverso como la sociedad misma.
¿Hay alguna mujer que te haya inspirado a lo largo de tu carrera? ¿Cómo influyó en tu enfoque de liderazgo?
Particularmente mi bisabuela, la Nona Ardemia, me enseñó la importancia que tiene en la vida el dedicarse con cuerpo y alma, sea cual fuera la tarea, aún la más pequeña. Siendo yo muy chica, me regaló esta frase, a la que le encontré el sentido muchos años después y me acompaña siempre, en todo lo que hago: “Cuando lo que hagas este muy bien hecho, nadie te va a preguntar cuánto tiempo tardaste en hacerlo, sino que van a querer saber cómo lo hiciste”.
Su claridad y simpleza me dieron siempre fuerza para enfrentar todos los desafíos que se fueron presentando en las distintas etapas de mi vida.
¿Crees que eventos como el Día de la Mujer pueden influir positivamente en la igualdad de género en el ámbito laboral?
Los días conmemorativos sirven para poner en agenda distintas problemáticas. En este caso, el Día de la Mujer representa una oportunidad para dar visibilidad a las desigualdades de género que aún existen en los ámbitos laborales y que todos entendamos que las mismas están ligadas a sesgos inconscientes, a mandatos y preconceptos enraizados en la sociedad, en donde se sigue considerando a las mujeres como principales responsables de las tareas de cuidado del hogar.
Ese es el modelo mental que sigue predominando. Un modelo en el que si bien los hombres quieren ir a los actos escolares, ayudan a los hijos con la tarea, hacen las compras y hasta cocinan milanesas, aún prevalece la perspectiva de que lo hacen desde un lugar de apoyo y no desde la responsabilidad asimilada realmente como compartida. En otras palabras, para que las mujeres puedan ocupar espacios de decisión en el trabajo, será necesario que los hombres ocupen espacios “de mujeres” en lo referente a la familia y el hogar.
Por eso la visibilización que nos da cada año el 8M tiene que servir para poner en la agenda pública lo profundo de las brechas de género y los factores culturales que están detrás de ellas.
El Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 del Foro Económico Mundial muestra que, una vez más, las mujeres se llevan la peor parte de las crisis del mercado laboral. ¿Qué iniciativas consideras relevante para hacer frente a esta problemática? y ¿Qué cambios positivos le gustaría ver en el futuro para las mujeres en el ámbito laboral?
El indicador del Foro Económico Mundial de los años que se necesitan para lograr la paridad en el ámbito de la participación y las oportunidades económicas entre hombres y mujeres es tremendo.
Este dato a mí me movilizó para ponerme a hacer cuentas. Mi hija Vicky, tiene hoy 22 años y ella no va a verlo, pero tampoco sus hijos! Digamos que en 5, a los 27 ella se convierte en mamá, y a su vez, su hijo o hija digamos que va a tener descendencia a los 30 años. Los nietos de Vicky tampoco llegarán a ver ese mundo en el que hombres y mujeres estén en pie de igualdad en materia económica.
Esa brecha que requiere más de 200 años para cerrarse y otros indicadores de inequidad y barreras de acceso, nos dicen que no estamos haciendo el esfuerzo suficiente y que hay que acelerar radicalmente el ritmo de cambio.
La buena noticia es que en relación al futuro, la oportunidad es el momento tan especial que vivimos hoy. La sociedad de la cual formamos parte ha cambiado de un tiempo a esta parte. Estamos hoy frente a un escenario de coyuntura único en relación a la cuestión de género. Se trata de un momento muy especial en el que estamos ahora mismo, tanto a nivel local como global, frente a una sociedad que con cierta efervescencia, cierto clamor, le da visibilidad a muchos de los temas de esa agenda de género y se moviliza en torno a la necesidad de un cambio real y más rápido.
Tenemos que aprovechar ese clima de mayor compromiso, ese clamor popular, esa demanda social, ese debate que se hace oír cada vez con más fuerza en diversos ámbitos y en todo el mundo, para que sea el catalizador que nos lleve a la acción para impulsar los cambios que hacen falta.
¿Qué mensaje le darías a las mujeres que, día a día, luchan por desarrollar su carrera laboral y se ven enfrentadas a la brecha salarial de género, el techo de cristal y profesiones dominadas por hombres?
Mi mensaje para las mujeres es que siempre sigan sus sueños y que se liberen de los mandatos culturales que traemos desde la niñez, que influyen y condicionan nuestras elecciones vocacionales y de carrera profesional. Esos sesgos son los responsables de que hoy haya, por ejemplo, una tasa bajísima de mujeres en carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y otras ramas de actividad que cuentan con salarios por encima de la media y, por el contrario, una gran participación de mujeres en empleos de baja remuneración, siendo uno de los factores que perpetúan la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres así como también la baja incidencia de mujeres en puestos jerárquicos y de decisión.