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De acuerdo al informe de Flexibilidad en el Trabajo 2015, elaborado por Randstad Research en colaboración con Dartmouth College, Chile se ubica en la posición número 4 a nivel global entre las naciones con menor tasa de desempleo en personas mayores de 65 años, con 22,4%. En primer lugar está Islandia, con 36% de ocupación entre los habitantes de ese rango etario; sigue Corea, con 33,5% y en el tercer puesto se encuentra México, con 26,6%; mientras que al otro lado de la tabla se encuentra España, con 1,6%; seguida por Hungría, con 1,8 y por Eslovaquia, con 1,9%.

Estas diferencias se deben a que algunos países, principalmente de Europa continental, han puesto en práctica fuertes incentivos de retiro para personas mayores de 50 años, como por ejemplo planes de prestaciones por jubilación anticipada, discapacidad y desempleo. Estas políticas hicieron que la participación laboral descendiese notablemente en las décadas de los 70 y 80. Desde entonces ha habido una reducción moderada en este aspecto, lo que me parece adecuado, ya que va en línea con el actual escenario que presenta la composición de la población en Chile y el mundo.

Hoy los chilenos están viviendo más. Si en 1981 la esperanza de vida era de 78 años para los hombres y 82 para las mujeres, en 2015 estas cifras se incrementaron a 85 y 90 años, respectivamente, panorama que reconfigurará las relaciones laborales y generará un impacto directo en la jubilación, porque las nuevas tablas para calcular el retiro bajarán los montos de las pensiones, en promedio, un 2,1%, en el caso de los hombres, y en un 2,2% para las mujeres. Ante esta realidad, los Departamentos de Recursos Humanos tendrán que estar a la vanguardia y ser protagonistas, sobre todo considerando que las personas mayores de 50 años están plenamente vigentes en el mercado del trabajo, no tan solo por el valor agregado y la experiencia que pueden entregar, sino también porque su productividad y el grado de compromiso que adquieren con la compañía es enorme.



En este sentido, desde el punto de vista de la experta, algunas de las medidas que las empresas pueden implementar es eliminar los planes de jubilación anticipada y elevar la edad normal de retiro, reforzar el papel del trabajo a tiempo parcial, adoptar prácticas de flexibilidad laboral, entregar nuevas skills a través de programas de formación a la medida, implementar políticas de contratación y retención de talento senior, promocionar una vida saludable, y preocuparse por la ergonomía, por ejemplo. Por otro lado, los gobiernos deben tomar decisiones para lidiar con el aumento de la presión financiera ocasionada por el envejecimiento de la población, por lo que es necesario abrir un debate entre todos los actores involucrados para definir un sistema de Seguridad Social moderno para el siglo XXI, que aborde este desafío y aspectos relacionados con el aumento de la calidad de vida, oportunidades laborales y un sistema de pensiones que vaya acorde a las necesidades de la renovada tercera edad.



Esto, sobre todo tomando en cuenta que 39% de los chilenos afirma que se retirará de su empleo entre los 65 y 70 años, cifra que aumenta a 51% en hombres y llega a 28% en mujeres (59% de éstas se inclina por el rango de 60 a 65 años)1; y que, de acuerdo a un informe de la OCDE, los chilenos que cotizan durante dos tercios de su vida laboral alcanzan una pensión que equivale al 35,7% de su sueldo en el caso de los hombres y al 28,9% en el de las mujeres; mientras que en los países que componen la Organización, este porcentaje llega a 52,1% y a 51,7%, respectivamente.