El presente es una realidad considerada como una coyuntura crítica a nivel social y mundial (si a escala de valores nos referimos), podríamos resumirlo como que nuestro presente es un momento crítico entre el “ya no” y el “todavía no”.
Por eso en el momento en el que nos encontramos, los valores, actores que sustentan el equilibrio moral de las sociedades, representan el verdadero artífice de la evolución empresarial. Para que nos situemos, los valores son aquellos “juicios” que emitimos para concluir que un atributo “hace” a otra cosa ser bueno o malo y, como seres humanos racionales, somos capaces de tomar tal decisión.
En un mundo donde nuestros valores siempre están influidos por nuestras motivaciones y necesidades, debemos entender 3 puntos relevantes sobre los valores y su relación con las organizaciones:
- Fidelizan. Una empresa con valores (como la confianza, la transparencia o el respeto) hace que los empleados se sientan parte de la compañía y trabajen motivados y respaldados por estos (valores) que ellos mismos hacen suyos. Un orgullo de pertenencia que, como no, mantiene en su puesto de trabajo a las personas contentas.
- Motivan. Si tu organización demuestra que esos valores que sostiene como bandera son aplicables a sus propios trabajadores, estos se sentirán queridos y atraídos por la idea de que la empresa es fiel a si misma, y no hay concepto más motivador que la honesta verdad del acto.
- Atraen talento: ¿Quién no querría trabajar en una empresa que cuenta con unos valores reales y aplicables? Contar con unos valores verdaderos y relevantes sitúa la vida y la atmósfera de la organización en una posición deseable para que se convierta en tu lugar de trabajo.
En conclusión, trabajando en los valores y haciéndolos realidad, estarás trabajando en crear no sólo una organización sino una filosofía de empresa que perdurará en el tiempo.